viernes, 3 de febrero de 2023

¿Ni una menos?

 

Cuando los movimientos feministas comenzaron con la primera marcha denominada « ni una menos » había un femicidio por semana, al día de hoy esta cifra creció a una víctima por día.

 

Parecería que la “movida”, como la llaman estas organizaciones, no fue muy exitosa.

 

En la marcha de hoy reclamarán por los asesinatos de mujeres, la violencia “machista”, la liberación de una lesbiana presa porque mato a un tipo que la quiso violar, la libertad de Milagros Sala, la violencia doméstica, la igualdad laboral, contra el acoso callejero, la igualdad de oportunidades dentro de los partidos políticos, el aborto gratuito y seguro y algunas otras cosas que se me han escapado.

 

¿Es mucho y muy mezclado no?

 

Entre las que organizan la marcha también encontramos bastante heterogeneidad, desde “movileras” de TN y Radio Continental hasta dirigentes de organizaciones de lesbianas, las primeras a mi entender en busca de un poco de fama y la oportunidad de crecer dentro de los medios de comunicación, parece que esto si les funcionó porque estas chicas ahora tienen un programa radial los domingos en Radio Nacional.

 

Me parece que el verdadero problema o mejor dicho los problemas no son identificados, incluso no está claro contra quien hacen la marcha, si es contra el gobierno, la justicia, los violentos o contra los hombres en general.

 

Tampoco queda claro que es lo que piden.

 

¿Que aumenten las penas contra los que matan mujeres?

 

Con esto estoy de acuerdo, pero a mi entender hay que diferenciar los casos, no es lo mismo el violador que luego asesina y se escapa porque quiere eludir al castigo o  el marido engañado que en un ataque de furia asesina mata a su mujer, a su amante y luego se suicida. A este último no creo que lo haga desistir en su decisión de asesinar el hecho de amenazarlo con una pena mayor.

 

También tendrían que preguntarse las organizadoras de esta movida si con la difusión de los casos no están echando leña al fuego, recordemos a aquel baterista de un conjunto de rock que asesinó a su mujer rociándola con nafta y luego prendiéndola fuego. La amplia mediatización sensacionalista del caso desató una seguidilla de hechos similares durante un tiempo considerable.

 

Cuando escuchamos los programas “feministas” percibimos una agresión hacia los hombres en general, no solo contra los violentos.

 

Yo no creo que estas actitudes ayuden mucho a reducir la violencia de género, por el contrario creo que hace que los violentos se pongan más violentos.

 

 Muchas de estas mujeres son lesbianas y se les nota su aversión hacia los hombres, un ejemplo de esto es que la marcha la promocionan como “contra la violencia machista”. El término “machista” fue acuñado precisamente por las lesbianas y conlleva una carga de odio y envidia hacia los hombres.

 

Es importante que las organizadoras comprendan que la sociedad está formada por mujeres y tambien por hombres que deben vivir en armonía y no en confrontación. A mi entender sería mucho mejor que hubieran promocionado la marcha en “contra la violencia de género”.

 

Yo me considero muy “macho” justamente porque jamás le pegué a una mujer, un gusano que es violento contra las mujeres es cualquier cosa menos “macho” y eso es lo que tienen que puntualizar si quieren atacar el problema.

                                                                                                

En cuanto a la utilización del tema para fines personales y/o políticos por parte de las organizadoras me parece realmente una bajeza. Tomar algo tan dramático y usarlo para beneficio propio es inmoral.

 

¿Cuál es la solución?

 

No lo sé, el tema es muy complejo, el patriarcado tiene raíces ancestrales y el hombre desde que tenemos memoria consideró a la esposa “su” mujer. Cuando un hombre presenta a su compañera a alguien dice “mi mujer”, “mi novia”, etc., en tanto que son pocas las mujeres que dicen “mi marido” sino simplemente dicen el nombre de pila del compañero en cuestión.

                                                                        

Basta con analizar la letra de muchos tangos o piezas folclóricas donde el hombre lava su “honor” con la sangre de la infiel y a veces también, aunque no siempre con la de su rival en el amor.

 

Es cultural, es ancestral, en Japón, por ejemplo, las mujeres le piden permiso a su marido para ir a llorar a su habitación cuando el hombre les hizo algo que las lastimó.

 

Ahora bien hay que diferenciar estos hechos “pasionales” de los simples asesinatos producto de violaciones u otros actos aberrantes. Son de otra naturaleza y hay que tratarlos con todo rigor, se corresponden con el problema general de lucha contra la delincuencia y los hechos de inseguridad que ya tratamos en otro trabajo.

 

En el caso de la violencia doméstica con el violento que le pega sistemáticamente y por deporte a su compañera, haciéndole la vida imposible a ella y a sus hijos, creo que hay que actuar diferente, simplemente hay que “cagarlo a trompadas”. Yo considero  que el que le pega a una mujer es un cobarde que en la mayoría de los casos no haría lo mismo con alguien de su mismo sexo.

 

A mi entender en lugar de atacar a los hombres en general las afectadas tendrían que “aliarse” con aquellos que felizmente son mayoría y que nunca le han pegado a una mujer.

 

Deberían atacar la imagen del violento precisamente desde su “falta de machismo”, hacer campañas mostrando al femicida como un cobarde y no como alguien que ha defendido su “honor”.

 

Insistir en que los otros hombres las defiendan, sean parientes, amigos o miembros de las fuerzas de seguridad. En esto último el Estado debe asegurarse que las policías cumplan con su deber y reciban las denuncias de las mujeres golpeadas.

 

Instalar la condena social del femicida con campañas no agresivas, un mensaje agresivo solo consigue exacerbar al violento.

 

En definitiva hacer que esta no sea una lucha de las mujeres, sacarle a la misma la bandera de “feminista” y hacer que sea una accion de la sociedad en su conjunto, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

 

 

 

Jorge Melchor Greco

El Foyel 01.06.17