La frase no es mía sino de Winston Churchill.
La tomé prestada porque luego de más de sesenta años de vida, revela
fielmente mi manera de pensar.
Si observamos el comportamiento de las últimas elecciones veremos que
Cambiemos ganó en casi todas las provincias donde hay mayoría de gente que
trabaja en la actividad privada, en tanto que la izquierda (el kirchnerismo) lo
hizo donde hay mayoría de empleados estatales y “croriplaneros” que son
básicamente lo mismo.
No es casualidad, en un caso hablamos de gente que sabe que para progresar
hay que esforzarse, estudiando, trabajando duro. En el caso de los empresarios
invirtiendo y asumiendo riesgos, usando la habilidad y la inventiva para
destacarse respecto a los otros y así tener el premio del triunfo, sea con un
ascenso en la empresa privada donde trabaja, el éxito empresario y la
satisfacción de no deberle nada al Estado.
En el otro lado encontramos a individuos que comenzaron su actividad donde al principio de su “carrera en el Estado”
alguien les consiguió un puesto, generalmente bajo la forma de un “contrato”
para luego ingresar a la “planta permanente” del ente estatal en cuestión. O
peor aun les “consiguió un plan” que a manera de limosna los aleja cada vez mas
de darle valor al trabajo fecundo.
Los primeros están acostumbrados a competir, saben que si se quedan sin
trabajo pueden conseguir otro, porque se sienten capacitados y confían en sí
mismos.
Los otros solo buscan la “estabilidad”, están acostumbrados a ganar todos
lo mismo, independientemente de los meritos, conforman una masa amorfa donde
nadie se destaca. O lo que es aun peor son un grupo de mendigos del Estado.
Cualquier descendiente de inmigrantes europeos no podría imaginarse a su
antepasado haciendo la cola en el ANSES o en el Ministerio de Acción Social
para recibir la limosna de un “plan”.
Luego de varios años la manera de pensar de unos respecto a los otros se va
separando cada vez más, creándose la famosa “grieta” de la que hablan los
políticos.
Los “privados” tuvieron éxitos y fracasos, de los últimos aprendieron,
volvieron a levantar los puños para la pelea por el sustento y cuando logran
triunfar salen fortalecidos y con cada vez más confianza en sí mismos. Estos
son los que construyen un país, los que realmente “se ganan la vida”.
Los otros son “parásitos del Estado”, es decir que viven de los que pagan
impuestos, no necesariamente por su culpa sino porque el sistema se los traga,
los convence que “todos somos iguales”, es decir que todos deben ganar igual,
independientemente de los meritos. A veces obtienen un aumento “por antigüedad”
es decir el premio por envejecer.
Luego de varios años de empleado público, el “trabajador estatal” (nada mas
contradictorio en la Argentina de hoy que trabajador y estatal), se convence
que si pierde su empleo no podrá conseguir otro, y de esa forma cae en la red.
Su vida es un calvario de perdedor y recurre al mecanismo que cualquier
psicólogo conoce como locus externo.
Este mecanismo consiste en culpar de su situación de fracaso no a sí mismo por
su falta de coraje para romper la “red” sino al “sistema capitalista” que con
su individualismo lo deja afuera. A pesar de que en su fuero íntimo se sienten
fracasados se quedan en el confortable refugio de la red, porque les da
seguridad.
Así aparecen los “militantes de izquierda” aprovechando el excesivo tiempo
libre que su “trabajo” le deja.
Estos “militantes” buscan en esa actividad la satisfacción que su condición
de fracaso en lo laboral les niega.
Estos constituyen la masa de los lumpens
proletariat que son usados por sus dirigentes políticos, es decir la elite
que aspira a gobernar.
Estos últimos son de una característica completamente diferente. Son los
“elegidos” y usan a los anteriores para procurar encaramarse en el poder y allí
vivir una vida de privilegios, con condiciones muy superiores a las del
proletariado que dicen defender.
De manera sistemática una vez en el poder procuran nunca abandonarlo,
conformando el partido único y sometiendo a la población hasta que su sistema
colapsa como consecuencia de su falta de eficiencia. En la historia encontramos
numerosos casos de “paraísos socialistas” en quiebra, con sus dirigentes
multimillonarios, generalmente en el exilio, con cuentas en paraísos fiscales y
con su pueblo en la miseria.
Para encaramarse en el poder y sobre todo mantenerlo, los lideres de
izquierda necesitan además de los idiotas útiles tratados anteriormente de los
mercenarios, estos son de diferentes características, encontramos a los
“intelectuales de izquierda”, artistas y “pseudo-periodistas” que a cambio de
ciertos privilegios y reconocimiento público, que difícilmente lograrían en un
mercado competitivo, colaboran con la propaganda del régimen.
En su afán de amasar una fortuna producto de la corrupción los gobernantes
de izquierda también necesitan de un empresariado corrupto, generalmente ligado
a la obra pública que comparten junto con estos el reparto del botín de las
arcas del Estado.
Los primeros, es decir los lumpens
proletariat son idiotas útiles, el resto son simplemente traidores a la
Patria.
Esta descripción que hice del empleo público es aplicable a la Argentina y
como en todo hay excepciones, existen empleados públicos que escapan a esta
categoría dado que su actividad nunca puede ser privada, como la Justicia, las
Fuerzas Armadas y de Seguridad, la Salud y la Educación. Si bien no caen en la
categoría tratada anteriormente también tienen sus falencias que son de otra
naturaleza luego de doce años de gobierno K.
En los países desarrollados donde el Estado es eficiente se da todo lo
contrario, en el caso de Francia por ejemplo los egresados de las Grandes Ecoles, es decir la élite
profesional, hacen generalmente sus primeras armas en el Estado para luego de
unos años pasar a la actividad privada como cuadros dirigentes, para al fin de
su vida laboral regresar al Estado con puestos de alto mando. En esos países el
Estado es pequeño con pocos empleados pero muy eficientes. No es refugio de la
desocupación disfrazada ni elemento para retribuir favores de campaña, ni mucho
menos “aguantadero de militantes”. Una de las tantas cosas que un gobierno de Derecha tendrá que
corregir para así reducir la cantidad de los que “están del otro lado de la
grieta” ayudándoles a romper la red que los hace perdedores.
Esta en los hombres de bien que se ganan la vida sin vivir del Estado de
ayudar a que esto sea realizable.
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