miércoles, 27 de abril de 2022

El que a los veinte no es de izquierda es porque no tiene corazón, el que a los cincuenta no es de derecha es porque no tiene cerebro.

 La frase no es mía sino de Winston Churchill.

La tomé prestada porque luego de más de sesenta años de vida, revela fielmente mi manera de pensar.

Si observamos el comportamiento de las últimas elecciones veremos que Cambiemos ganó en casi todas las provincias donde hay mayoría de gente que trabaja en la actividad privada, en tanto que la izquierda (el kirchnerismo) lo hizo donde hay mayoría de empleados estatales y “croriplaneros” que son básicamente lo mismo.

No es casualidad, en un caso hablamos de gente que sabe que para progresar hay que esforzarse, estudiando, trabajando duro. En el caso de los empresarios invirtiendo y asumiendo riesgos, usando la habilidad y la inventiva para destacarse respecto a los otros y así tener el premio del triunfo, sea con un ascenso en la empresa privada donde trabaja, el éxito empresario y la satisfacción de no deberle nada al Estado.

En el otro lado encontramos a individuos que comenzaron su actividad  donde al principio de su “carrera en el Estado” alguien les consiguió un puesto, generalmente bajo la forma de un “contrato” para luego ingresar a la “planta permanente” del ente estatal en cuestión. O peor aun les “consiguió un plan” que a manera de limosna los aleja cada vez mas de darle valor al trabajo fecundo.

Los primeros están acostumbrados a competir, saben que si se quedan sin trabajo pueden conseguir otro, porque se sienten capacitados y confían en sí mismos.

Los otros solo buscan la “estabilidad”, están acostumbrados a ganar todos lo mismo, independientemente de los meritos, conforman una masa amorfa donde nadie se destaca. O lo que es aun peor son un grupo de mendigos del Estado. Cualquier descendiente de inmigrantes europeos no podría imaginarse a su antepasado haciendo la cola en el ANSES o en el Ministerio de Acción Social para recibir la limosna de un “plan”.

Luego de varios años la manera de pensar de unos respecto a los otros se va separando cada vez más, creándose la famosa “grieta” de la que hablan los políticos.

Los “privados” tuvieron éxitos y fracasos, de los últimos aprendieron, volvieron a levantar los puños para la pelea por el sustento y cuando logran triunfar salen fortalecidos y con cada vez más confianza en sí mismos. Estos son los que construyen un país, los que realmente “se ganan la vida”.

Los otros son “parásitos del Estado”, es decir que viven de los que pagan impuestos, no necesariamente por su culpa sino porque el sistema se los traga, los convence que “todos somos iguales”, es decir que todos deben ganar igual, independientemente de los meritos. A veces obtienen un aumento “por antigüedad” es decir el premio por envejecer.

Luego de varios años de empleado público, el “trabajador estatal” (nada mas contradictorio en la Argentina de hoy que trabajador y estatal), se convence que si pierde su empleo no podrá conseguir otro, y de esa forma cae en la red. Su vida es un calvario de perdedor y recurre al mecanismo que cualquier psicólogo conoce como locus externo. Este mecanismo consiste en culpar de su situación de fracaso no a sí mismo por su falta de coraje para romper la “red” sino al “sistema capitalista” que con su individualismo lo deja afuera. A pesar de que en su fuero íntimo se sienten fracasados se quedan en el confortable refugio de la red, porque les da seguridad.

Así aparecen los “militantes de izquierda” aprovechando el excesivo tiempo libre que su “trabajo” le deja.

Estos “militantes” buscan en esa actividad la satisfacción que su condición de fracaso en lo laboral les niega.

Estos constituyen la masa de los lumpens proletariat que son usados por sus dirigentes políticos, es decir la elite que aspira a gobernar.

Estos últimos son de una característica completamente diferente. Son los “elegidos” y usan a los anteriores para procurar encaramarse en el poder y allí vivir una vida de privilegios, con condiciones muy superiores a las del proletariado que dicen defender.

De manera sistemática una vez en el poder procuran nunca abandonarlo, conformando el partido único y sometiendo a la población hasta que su sistema colapsa como consecuencia de su falta de eficiencia. En la historia encontramos numerosos casos de “paraísos socialistas” en quiebra, con sus dirigentes multimillonarios, generalmente en el exilio, con cuentas en paraísos fiscales y con su pueblo en la miseria.

Para encaramarse en el poder y sobre todo mantenerlo, los lideres de izquierda necesitan además de los idiotas útiles tratados anteriormente de los mercenarios, estos son de diferentes características, encontramos a los “intelectuales de izquierda”, artistas y “pseudo-periodistas” que a cambio de ciertos privilegios y reconocimiento público, que difícilmente lograrían en un mercado competitivo, colaboran con la propaganda del régimen.

En su afán de amasar una fortuna producto de la corrupción los gobernantes de izquierda también necesitan de un empresariado corrupto, generalmente ligado a la obra pública que comparten junto con estos el reparto del botín de las arcas del Estado.

Los primeros, es decir los lumpens proletariat son idiotas útiles, el resto son simplemente traidores a la Patria.

Esta descripción que hice del empleo público es aplicable a la Argentina y como en todo hay excepciones, existen empleados públicos que escapan a esta categoría dado que su actividad nunca puede ser privada, como la Justicia, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, la Salud y la Educación. Si bien no caen en la categoría tratada anteriormente también tienen sus falencias que son de otra naturaleza luego de doce años de gobierno K.

En los países desarrollados donde el Estado es eficiente se da todo lo contrario, en el caso de Francia por ejemplo los egresados de las Grandes Ecoles, es decir la élite profesional, hacen generalmente sus primeras armas en el Estado para luego de unos años pasar a la actividad privada como cuadros dirigentes, para al fin de su vida laboral regresar al Estado con puestos de alto mando. En esos países el Estado es pequeño con pocos empleados pero muy eficientes. No es refugio de la desocupación disfrazada ni elemento para retribuir favores de campaña, ni mucho menos “aguantadero de militantes”. Una de las tantas cosas que un gobierno de Derecha tendrá que corregir para así reducir la cantidad de los que “están del otro lado de la grieta” ayudándoles a romper la red que los hace perdedores.

Esta en los hombres de bien que se ganan la vida sin vivir del Estado de ayudar a que esto sea realizable.

            

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