miércoles, 27 de abril de 2022

Todo gran incendio comienza con un pequeño fueguito.

 

En la década de 1820, durante la Guerra de la Independencia, San Martin y O’Higgins se enfrentaban en Chile contra el ejercito realista español.

Durante el siglo anterior, es decir el XVIII, la Corona española, ante la imposibilidad de derrotar a las tropas indígenas araucanas instaladas al sur del rio Bio-Bio, hicieron un acuerdo con éstos, donde reconocían que las tierras ubicadas al sur de dicho río, en el actual territorio chileno, pertenecían a la parcialidad indígena araucana.

Cuando las tropas realistas vieron que San Martin, luego del cruce de Los Andes en 1817, se aliaba con O’Higgins para unir fuerzas contra la corona, buscaron a su vez conseguir que los araucanos pelearan a su favor contra las tropas de la revolución americana.

El argumento usado para convencerlos fue que, si triunfaba la revolución en América, los nuevos dueños de los territorios no reconocerían el acuerdo efectuado entre los araucanos y España, y los primeros perderían las tierras ganadas al sur del Bio-Bio.

Esto motivó que los indígenas se aliaran con sus antiguos enemigos en contra de la revolución emancipadora dando origen a la llamada “Guerra a Muerte”, que es muy poco estudiada como realidad histórica tanto en Chile como en Argentina y que se extendería hasta 1832, cuando el General Bulnes termina capturando a los hermanos Pincheira.

Durante esta “guerra a muerte” aparecieron “montoneras” integradas por tropas irregulares españolas, mas algunos hacendados también hispanos residentes en Chile que perderían sus tierras si la revolución triunfaba, mas los indígenas araucanos. Estas “montoneras” eran famosas por su crueldad y barbarie siendo unos de los referentes los hermanos Pincheira.

Dado el salvajismo de éstos, tanto San Martin como O’Higgins, ordenaron que si se capturaba algún integrante de estas “montoneras” fueran ejecutados inmediatamente.

Del otro bando también les devolvieron el favor y de allí el nombre de “guerra a muerte”.

Cuando las tropas de la Independencia finalmente vencieron a las montoneras, los araucanos que habían participado tuvieron que cruzar la Cordillera y pasarse a territorio argentino para escapar de las represalias. Eso dio origen a la llegada de muchos caciques araucanos fundadores de nuevas parcialidades indígenas en territorio argentino. Tal es el caso de Calfucura con los llamados “pampas”, Chocorí (padre de Sayhueque) dando origen a los llamados “manzaneros” en el actual Neuquén (País de las Manzanas), y el padre de Llanquetruz fundador en territorio de las actuales Córdoba y San Luis de la tribu de los “ranqueles” progenitor del cacique Mariano Rosas.

Todas estas parcialidades recién llegadas al actual territorio argentino en la década de 1830 eran como se ve de origen araucano, es decir de la Región de la Araucanía en la actual República de Chile.

Estas tribus de origen araucano iniciaron el proceso de “araucanización” de los aborígenes de este lado de la cordillera como, por ejemplo, con los Tehuelches que en el caso de Chocorí acabo venciendo a la tribu tehuelche liderada por el cacique Orkeke, exterminando a los guerreros y quedándose con sus mujeres y niños. Este proceso culminaba con la “absorción” de una parcialidad por parte de la otra. Los inaloncos (capitanejos) araucanos Foyel e Inacayal son producto de este mestizaje entre padre araucano y madre tehuelche.

La denominación de “mapuches” es un invento moderno, no hay ningún documento (partes de guerra, artículos periodísticos, libros, etc.) que mencionen a este término “mapuche” con anterioridad a 1960.

Cuando los movimientos pro-indígenas de Argentina y Chile, especialmente de nuestro país comenzaron (siguiendo una corriente que se extendió a lo largo de todo América e impulsada por organizaciones europeas) a reclamar sus “territorios ancestrales” vieron que no era políticamente correcto llamarse araucanos, porque de esta forma estarían reconociendo que son de origen chileno, decidieron acuñar el término “mapuche” que es un genérico que en su idioma mapudungu  significa “gente de la tierra” (mapu tierra y che gente).

Siguiendo con un poco de historia, durante la Convención Constituyente en 1994, los miembros de la misma, a mi entender con una gran irresponsabilidad y demagogia, reconocieron el carácter de “pueblos pre-existentes” a los recientemente denominados “pueblos originarios”. Sin aclarar bien que significaba esto y sobre todo que consecuencias traía para el futuro (reconocimiento de territorios, población involucrada, nacionalidad, idioma, cultura, etc.).

Como siempre nuestros políticos vieron que era “políticamente correcto” seguir la onda indigenista que estaba instalada en todo América y agregaron este articulo a la Constitución, aunque luego no se sacara ninguna Ley ni Decreto que explicara los alcances.

Como “el que calla otorga” esto dio motivo para que los autodenominados mapuches, directamente desconocieran al estado nacional argentino y sus leyes.

Por ejemplo yo he asistido a reuniones con motivo de la Ley de Bosques Nativos donde habían sido invitados representantes de los “pueblos originarios”. Al comenzar la misma directamente nos pusieron al tanto que ellos venían por cortesía, pero que no iban a respetar a dicha Ley porque su nación desconocía al estado argentino y a sus leyes, dado que era “pre-existente” a la creación del Estado Nacional Argentino.

Como se mencionara anteriormente, este argumento es una falacia porque los mapuches, es decir araucanos, llegaron al territorio argentino recién en 1832, en tanto que el estado argentino fue creado en 1816.

Lo que para los simpatizantes de izquierda de las grandes ciudades y que nunca vieron a un “originario” comenzó a ser una causa que quedaba bien defender en las reuniones de “cumpas” bien regadas con alcohol y otras sustancias, los que si vivimos cerca de ellos comenzamos a sufrir hechos de violencia.

Para aquellos que consideran a los “pueblos originarios” como víctimas de un genocidio durante la Campaña del Desierto, va como ejemplo uno solo de los tantos hechos documentados por la historia (verificable con partes de guerra y periódicos de la época). Donde Calfucura al mando de un “malón”  integrado por ranqueles de Mariano Rosas, pampas de Pincen e indios araucanos traídos de Chile por su hermano Reuquecura, en junio de 1870 atacó con más de cuatro mil guerreros arrasando el pueblo de Tres Arroyos, para luego en octubre del mismo año volver a atacar Bahía Blanca, matando a más de un centenar de criollos, llevándose  otro tanto de cautivas y ochenta mil cabezas de ganado, de las cuales la mayor parte fue vendida a hacendados chilenos del otro lado de la Cordillera.

Para las “jóvenes de izquierda” que son feministas las invito a imaginarse las condiciones de vida de una cautiva blanca en una toldería “originaria” pampa o ranquel.

O sepan que cuando Pincén, luego de su captura en sus tolderías de Cura Malal (corral de piedra en araucano) fue trasladado a Buenos Aires, lo hizo junto a sus quince mujeres, diez de las cuales eran blancas y la menor de ellas tenía diez y seis años. Esta llevaba en brazos a su hijito de cuatro, producto de una relación “consentida” cuando la niña tenía once, con el viejo cacique que contaba con más de setenta.

En nuestros días, las empresas de Beneton y Lago Escondido (de Lewis), así como también otros vecinos menos conocidos, recibieron ataques a sus puesteros, bastantes violentos que terminaron con la quema de sus cabañas, incendios en galpones y maquinas viales.  Sus empleados sufrieron agresiones (los desnudaban, ataban y arrojaban a algún arroyo cercano de agua helada). En uno de estos ataques en julio pasado uno de los puesteros se defendió dándole una puñalada a uno de los conas (guerreros en araucano).

Volviendo a la actualidad, los gobiernos tanto K como de Cambiemos no prestaron mucha atención a estos hechos porque quedaban lejos de Buenos Aires y tenían otras prioridades, además de que ponerse en contra de los “pueblos originarios” no tenía buen marketing.

Ahora bien, volviendo al tema, nuestros “servicios de inteligencia” parecen no estar al tanto de que estas organizaciones mapuches reciben apoyo logístico del exterior, tanto financiero como doctrinario e incluso militar.

Este apoyo les llega de organizaciones (ONG’s) europeas pero que no se sabe bien quién está detrás.

Cada vez que toman una propiedad, sea pública o privada, lo primero que hacen es declararla como “territorio recuperado” y colocan la bandera mapuche, negando desde ese momento al estado argentino y a sus leyes.

Lo lamentable es que el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) les da apoyo logístico colaborando con estas acciones, que viniendo de funcionarios públicos constituyen el delito de traición a la Patria.

Los “originarios” reclaman como propios todos los territorios ubicados al sur de los Ríos Negro y Colorado, es decir toda la Patagonia.

Yo sé que parece risible, pero muchos conflictos muy serios comenzaron con demandas risibles (ETA, IRA, ISIS, etc.), y cuando la violencia estalla (fueguito) se puede convertir en un gran incendio y la Patagonia es un bocado muy apetecible para cualquiera, (Chile, Gran Bretaña, Israel, China, Rusia, EEUU, o todos ellos en una repartija dada la necesidad de tierra, petróleo y sobre todo agua dulce y litio, en un mundo lleno de gente y con cada vez menos recursos naturales).

Necesitamos un gobierno que defienda la propiedad privada y nuestro territorio nacional.

 

 

                                                                                                

 

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