En la década de 1820, durante la Guerra de la
Independencia, San Martin y O’Higgins se enfrentaban en Chile contra el
ejercito realista español.
Durante el siglo anterior, es decir el XVIII, la
Corona española, ante la imposibilidad de derrotar a las tropas indígenas
araucanas instaladas al sur del rio Bio-Bio, hicieron un acuerdo con éstos,
donde reconocían que las tierras ubicadas al sur de dicho río, en el actual
territorio chileno, pertenecían a la parcialidad indígena araucana.
Cuando las tropas realistas vieron que San Martin,
luego del cruce de Los Andes en 1817, se aliaba con O’Higgins para unir fuerzas
contra la corona, buscaron a su vez conseguir que los araucanos pelearan a su
favor contra las tropas de la revolución americana.
El argumento usado para convencerlos fue que, si
triunfaba la revolución en América, los nuevos dueños de los territorios no
reconocerían el acuerdo efectuado entre los araucanos y España, y los primeros
perderían las tierras ganadas al sur del Bio-Bio.
Esto motivó que los indígenas se
aliaran con sus antiguos enemigos en contra de la revolución emancipadora dando
origen a la llamada “Guerra a Muerte”, que es muy poco estudiada como realidad
histórica tanto en Chile como en Argentina y que se extendería hasta 1832,
cuando el General Bulnes termina capturando a los hermanos Pincheira.
Durante esta “guerra a muerte” aparecieron
“montoneras” integradas por tropas irregulares españolas, mas algunos hacendados
también hispanos residentes en Chile que perderían sus tierras si la revolución
triunfaba, mas los indígenas araucanos. Estas “montoneras” eran famosas por su
crueldad y barbarie siendo unos de los referentes los hermanos Pincheira.
Dado el salvajismo de éstos, tanto San Martin como
O’Higgins, ordenaron que si se capturaba algún integrante de estas “montoneras”
fueran ejecutados inmediatamente.
Del otro bando también les devolvieron el favor y de
allí el nombre de “guerra a muerte”.
Cuando las tropas de la Independencia finalmente
vencieron a las montoneras, los araucanos que habían participado tuvieron que
cruzar la Cordillera y pasarse a territorio argentino para escapar de las
represalias. Eso dio origen a la llegada de muchos caciques araucanos fundadores
de nuevas parcialidades indígenas en territorio argentino. Tal es el caso de
Calfucura con los llamados “pampas”, Chocorí (padre de Sayhueque) dando origen
a los llamados “manzaneros” en el actual Neuquén (País de las Manzanas), y el
padre de Llanquetruz fundador en territorio de las actuales Córdoba y San Luis
de la tribu de los “ranqueles” progenitor del cacique Mariano Rosas.
Todas estas parcialidades recién llegadas al
actual territorio argentino en la década de 1830 eran como se ve de origen
araucano, es decir de la Región de la Araucanía en la actual República de
Chile.
Estas tribus de origen araucano iniciaron el
proceso de “araucanización” de los aborígenes de este lado de la cordillera
como, por ejemplo, con los Tehuelches que en el caso de Chocorí acabo venciendo
a la tribu tehuelche liderada por el cacique Orkeke, exterminando a los
guerreros y quedándose con sus mujeres y niños. Este proceso culminaba con la “absorción”
de una parcialidad por parte de la otra. Los inaloncos (capitanejos) araucanos Foyel e Inacayal son producto de
este mestizaje entre padre araucano y madre tehuelche.
La denominación de “mapuches” es un invento
moderno,
no hay ningún documento (partes de guerra, artículos periodísticos, libros, etc.)
que mencionen a este término “mapuche” con anterioridad a 1960.
Cuando los movimientos pro-indígenas de Argentina
y Chile, especialmente de nuestro país comenzaron (siguiendo una corriente que
se extendió a lo largo de todo América e impulsada por organizaciones europeas)
a reclamar sus “territorios ancestrales” vieron que no era políticamente
correcto llamarse araucanos, porque de esta forma estarían reconociendo que son
de origen chileno, decidieron acuñar el término “mapuche” que es un genérico
que en su idioma mapudungu significa “gente de la tierra” (mapu tierra y che gente).
Siguiendo con un poco de historia, durante la Convención
Constituyente en 1994, los miembros de la misma, a mi entender con una gran
irresponsabilidad y demagogia, reconocieron el carácter de “pueblos
pre-existentes” a los recientemente denominados “pueblos originarios”. Sin
aclarar bien que significaba esto y sobre todo que consecuencias traía para el
futuro (reconocimiento de territorios, población involucrada, nacionalidad,
idioma, cultura, etc.).
Como siempre nuestros políticos vieron que era
“políticamente correcto” seguir la onda indigenista que estaba instalada en
todo América y agregaron este articulo a la Constitución, aunque luego no se
sacara ninguna Ley ni Decreto que explicara los alcances.
Como “el que calla otorga” esto dio motivo para
que los autodenominados mapuches,
directamente desconocieran al estado nacional argentino y sus leyes.
Por ejemplo yo he asistido a reuniones con motivo
de la Ley de Bosques Nativos donde habían sido invitados representantes de los
“pueblos originarios”. Al comenzar la misma directamente nos pusieron al tanto
que ellos venían por cortesía, pero que no iban a respetar a dicha Ley porque
su nación desconocía al estado argentino y a sus leyes, dado que era
“pre-existente” a la creación del Estado Nacional Argentino.
Como se mencionara anteriormente, este argumento
es una falacia porque los mapuches,
es decir araucanos, llegaron al territorio argentino recién en 1832, en tanto
que el estado argentino fue creado en 1816.
Lo que para los simpatizantes de izquierda de las
grandes ciudades y que nunca vieron a un “originario” comenzó a ser una causa
que quedaba bien defender en las reuniones de “cumpas” bien regadas con alcohol
y otras sustancias, los que si vivimos cerca de ellos comenzamos a sufrir
hechos de violencia.
Para aquellos que
consideran a los “pueblos originarios” como víctimas de un genocidio durante la
Campaña del Desierto, va como ejemplo uno solo de los tantos hechos
documentados por la historia (verificable con partes de guerra y periódicos de
la época). Donde Calfucura al mando de un “malón” integrado por ranqueles de Mariano Rosas,
pampas de Pincen e indios araucanos traídos de Chile por su hermano Reuquecura,
en junio de 1870 atacó con más de cuatro mil guerreros arrasando el pueblo de
Tres Arroyos, para luego en octubre del mismo año volver a atacar Bahía Blanca,
matando a más de un centenar de criollos, llevándose otro tanto de cautivas y ochenta mil cabezas
de ganado, de las cuales la mayor parte fue vendida a hacendados chilenos del
otro lado de la Cordillera.
Para las “jóvenes
de izquierda” que son feministas las invito a imaginarse las condiciones de
vida de una cautiva blanca en una toldería “originaria” pampa o ranquel.
O sepan que cuando
Pincén, luego de su captura en sus tolderías de Cura Malal (corral de piedra en
araucano) fue trasladado a Buenos Aires, lo hizo junto a sus quince mujeres,
diez de las cuales eran blancas y la menor de ellas tenía diez y seis años.
Esta llevaba en brazos a su hijito de cuatro, producto de una relación
“consentida” cuando la niña tenía once, con el viejo cacique que contaba con
más de setenta.
En nuestros días,
las empresas de Beneton y Lago Escondido (de Lewis), así como también otros
vecinos menos conocidos, recibieron ataques a sus puesteros, bastantes
violentos que terminaron con la quema de sus cabañas, incendios en galpones y
maquinas viales. Sus empleados sufrieron
agresiones (los desnudaban, ataban y arrojaban a algún arroyo cercano de agua
helada). En uno de estos ataques en julio pasado uno de los puesteros se
defendió dándole una puñalada a uno de los conas
(guerreros en araucano).
Volviendo a la actualidad, los gobiernos tanto K como
de Cambiemos no prestaron mucha atención a estos hechos porque quedaban lejos
de Buenos Aires y tenían otras prioridades, además de que ponerse en contra de
los “pueblos originarios” no tenía buen marketing.
Ahora bien, volviendo al tema, nuestros “servicios
de inteligencia” parecen no estar al tanto de que estas organizaciones mapuches
reciben apoyo logístico del exterior, tanto financiero como doctrinario e
incluso militar.
Este apoyo les llega de organizaciones (ONG’s) europeas
pero que no se sabe bien quién está detrás.
Cada vez que toman una propiedad, sea pública o
privada, lo primero que hacen es declararla como “territorio recuperado” y
colocan la bandera mapuche, negando desde ese momento al estado argentino y a
sus leyes.
Lo lamentable es que el INAI (Instituto Nacional
de Asuntos Indígenas) les da apoyo logístico colaborando con estas acciones,
que viniendo de funcionarios públicos constituyen el delito de traición a la
Patria.
Los “originarios” reclaman como propios todos los
territorios ubicados al sur de los Ríos Negro y Colorado, es decir toda la
Patagonia.
Yo sé que parece risible, pero muchos conflictos
muy serios comenzaron con demandas risibles (ETA, IRA, ISIS, etc.), y cuando la
violencia estalla (fueguito) se puede convertir en un gran incendio y la
Patagonia es un bocado muy apetecible para cualquiera, (Chile, Gran Bretaña,
Israel, China, Rusia, EEUU, o todos ellos en una repartija dada la necesidad de
tierra, petróleo y sobre todo agua dulce y litio, en un mundo lleno de gente y
con cada vez menos recursos naturales).
Necesitamos un gobierno que defienda la propiedad
privada y nuestro territorio nacional.
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