sábado, 30 de abril de 2022

Mi pensamiento político.

 

1.    Introducción

 

Este trabajo esta dirigido a la “gente de derecha”, ya sea a los que se reconocen como tales (los menos) o a los que lo son sin saberlo aún.

 

Ser “de derecha” está mal visto, a tal punto que ningún político que pretenda tener algún apoyo electoral se anima a autodefinirse como de este signo. Ser de derecha no tiene buen marketing, a lo sumo algunos se animan a presentarse públicamente, con, no poca hipocresía, como “de centro”.

 

En la Argentina sus antecedentes están ligados al clasismo y el antisemitismo, negando su verdadera esencia que está apuntalada por sus valores fundamentales que son:

 

  • El honor.
  • El progreso personal basado en el esfuerzo.
  • El valor de la palabra.
  • El coraje.
  • El patriotismo.

 

Su mero enunciado suena anacrónico e inocente, precisamente porque luego de treinta y cinco años de democracia los políticos hicieron que cayeran en el olvido.

 

La famosa “grieta” no es entre ricos y pobres, como tanto se preocupa en afirmar la izquierda, sino que es una división entre los que se esfuerzan, día a día, a su riesgo, sean trabajadores o empresarios y los que viven del estado, es decir de los impuestos que directa o indirectamente pagan los anteriores (ver en este mismo blog el articulo “Los dos lados de la grieta”).

 

Durante la era “K” se instaló el “choriplanismo”, mecanismo inventado por su máximo dirigente para apuntalar su escaso poder inicial utilizando a las clases populares sin trabajo, producto de la crisis del 2001.

 

Mediante el mismo se comenzaron a repartir “dádivas” a los desocupados (y a algunos otros que eran afines al gobierno) a cambio de contar con su fuerza de choque al servicio de la estrategia K. Así aparecieron los “piqueteros”, las “cooperativas” y las “organizaciones de desocupados” que aun hoy continúan entorpeciendo la vida de los que trabajan de verdad:

 

Ser de derecha es tener la satisfacción de no recibir dádivas del Estado. Si se trata de un trabajador, de ganarse la vida con el esfuerzo fecundo, si se es empresario la de invertir y correr riesgos para triunfar o fracasar, sin obtener beneficios ligados a la corrupción en connivencia con funcionarios gubernamentales, es decir sin “la patria contratista” que tanto mal le hizo al país durante los últimos años.

 

Los de derecha creemos que el Estado solo debe ocuparse de sus actividades intrínsecas, como la Seguridad, la Educación, la Defensa, la Justicia y la Salud, dejando en manos privadas el resto, pero manteniendo una actitud vigilante para evitar abusos, asegurando la libre competencia, para que la economía privada sea el motor del desarrollo del país.

 

El rol del estado en esta materia debe ser de conducción, nunca empresarial, que debe dejar en manos de empresas privadas, salvo las contadas actividades consideradas estratégicas, donde su participación accionaria debe ser parcial (mayoritaria o no) y nunca total.

 

También creemos en la importancia de un sistema de premios y castigos. Es falsa la afirmación de la izquierda de que “todos somos iguales”, no es verdad, existen trabajadores y perezosos, honestos y corruptos, delincuentes y víctimas, en definitiva, buenas y malas personas. Hay que procurar un sistema que premie a los buenos y castigue a los malos, así progresa una sociedad.

 

El Estado tiene que asegurar la igualdad de oportunidades, no la igualdad a secas, esto último nos lleva irremediablemente a la mediocridad y al fracaso.

 

El trabajo que sigue esta estructurado de la manera siguiente, comienza con los pilares que a mi entender son la clave del éxito de una Nación, para seguir con las bases ideológicas y valores fundamentales que deben inspirar a un plan de gobierno.

 

 

2.    Los Dirigentes

 

La oportunidad que tuve de haber vivido ocho años en Francia me da, por comparación, una visión de la realidad de Argentina como no la hubiera podido tener si nunca hubiera salido de mi patria.

 

Francia es un país no muy grande, no muy rico en recursos naturales, su recurso humano (gente) no tiene nada de extraordinario y sin embargo su presidente se reúne todos los años con los otros siete que conforman el Grupo de los Ocho para decidir el futuro económico y social del mundo.

 

La Argentina en cambio, es un país grande (tres veces Francia), pleno de recursos naturales, mucha de su gente es trabajadora (salvo los que viven del Estado), y sin embargo su posición en el concierto de las naciones es de escasa importancia.

 

Misterio…

 

Este contraste me intrigó desde mi llegada a ese país, y buscando la respuesta traté de hallar la clave para comprender que tiene Francia que no tiene la Argentina, para estar donde está; para poder asegurar a su población un nivel de vida de país desarrollado y sobre todo su posibilidad de sentarse a la mesa de los poderosos para decidir el destino del mundo.

 

El hecho de trabajar en una gran empresa internacional como cuadro dirigente me dio la oportunidad de comparar también las razones del éxito o fracaso en el mundo empresario, y la conclusión es conocida dentro del ambiente del management.

 

Lo importante en una empresa no son sus recursos (materiales o humanos) sino sus dirigentes.

 

Eso me dio un principio de respuesta.

¿No será que Francia tuvo y tiene mejores dirigentes que la Argentina?

 

Continuando con mi observación, arribé a la conclusión que Francia no era una democracia (gobierno del pueblo) como la entendemos nosotros, sino más bien una aristocracia (gobierno de los mejores) pero una aristocracia basada en el intelecto. Sus dirigentes sean de derecha, centro o izquierda todos se conocían, la mayoría fueron compañeros en las “grandes ecoles”, donde llegaron luego de un proceso de decantación que se inicio en su infancia.

 

Normalmente la carrera de un dirigente en Francia, sea político, empresario o incluso sindical, comienza en la escuela, allí en la adolescencia maduran sus ideas donde pueden inclinarse en mayor o menor medida hacia la izquierda o la derecha, al salir de las “grandes ecoles” los esperan puestos en las empresas más importantes del país (sean públicas o privadas), hacen sus primeras armas como dirigentes, pero siempre mantienen el contacto con sus cofrades de la “ecole” incluso (o sobre todo) cuando están en la oposición. Esos dirigentes pueden pasar del sector público al privado o a la inversa, y siempre un pasaje por la administración pública es visto como enriquecedor en la formación y en la comprensión de cómo funciona la economía y la política en el país.

 

En el interior de las empresas el personal es dividido en dos categorías, los “quadres” (cuadros, es decir susceptibles de tener responsabilidades de mando) y los “ETAM”, una sigla que básicamente identifica al personal sin funciones de management, esta distinción se establece desde el ingreso a la empresa y si un empleado llega como “ETAM” su pasaje a “quadre” implica para él un fuerte esfuerzo en preparación, estudio y ganas.

 

Esto puede sorprender a quienes en Argentina tienen una imagen de Europa en general y Francia en particular como países donde no hay discriminación. Se equivocan, allí hay discriminación por todos lados, racial, religiosa, sexual, con los extranjeros y sobre todo intelectual.

 

Desde el inicio de la educación en la escuela primaria comienza la selección y empiezan a perfilarse los futuros obreros (los que no accederán a estudios superiores luego de la primaria y que pasarán por una especie de escuela de “artes y oficios”, los cuadros medios (los que irán a la universidad, pero no a las “grandes ecoles”, y la elite intelectual (aquellos que podrán ingresar a las “grandes ecoles” que luego se transformarán en sus máximos dirigentes.

 

Existen también los “parias” aquellos inmigrantes o descendientes de inmigrantes clandestinos que no tienen estudio y son firmes candidatos a la delincuencia, la represión, la cárcel y los centros de detención para extranjeros ilegales, en espera de la expulsión hacia su país de origen.

 

Empiezo a ver más claro, comparo con Argentina y veo la diferencia, comienzo a entender a Sarmiento y a la generación del ochenta.

 

Por ahí pasa la cosa, hay que educar al soberano, pero sobre todo hay que formar a los dirigentes, elegirlos desde chicos, sin discriminación social, pero si intelectual, tenerlos en una suerte de vivero, seguirlos hasta que crecen para luego dejarlos que avancen con sus ideas y se vayan transformando en quienes manejaran la Nación, ya sea desde lo privado como en lo público.

 

Fue Napoleón quien construyó el modelo en el siglo XVIII y persiste hasta hoy.

 

Una pieza del rompecabezas.

 

 

3.    La Corrupción

 

En Francia no había corrupción.

 

¿Soy un crédulo inocente?

 

No.

 

En comparación con la Argentina la corrupción en la historia de Francia a partir de la Revolución Francesa, existió sí, pero de tanto en tanto y en algunas “hojas” del árbol del poder, bastando un poco de “poda” a un momento dado para neutralizarla. En Argentina en cambio desde su creación al momento de la Independencia, la corrupción estuvo inserta en el “tronco” de la clase dirigente, donde para extirparla prácticamente había que “talar” el árbol entero de la sociedad.

 

No es lo mismo. Una es corrupción con una c chiquita y la otra es una Corrupción con una C grande como una casa, que desmoraliza, anula los valores, crea el descreimiento en la juventud, hace bajar los brazos y sobre todo empobrece y atrasa al país y a su pueblo.

 

Al poco tiempo de llegar (mediados del 2000) hubo un “caso de corrupción” en todos los medios franceses, lanzado por uno de ellos que había puesto en evidencia que el presidente de la Republica (Chirac) recibió en un momento dado, dos pasajes de avión para viajar a un país en visita no oficial (turismo) y que parece que no los había pagado, dado que no pudo hallarse en su carta de crédito o cuenta bancaria la salida de los fondos (unos pocos miles de Euros).

 

Si, aunque sorprenda, en Francia las cuentas bancarias de los funcionarios del gobierno son públicas y accesibles para cualquier ciudadano, especialmente la prensa.

 

Produjo un escándalo mayúsculo y las altas esferas del ejecutivo comenzaron a temblar peligrosamente. Por esa época un ex presidente argentino (Menem) se vanagloriaba de su cuenta en Suiza de más de 2000 millones de dólares, producto de sus 10 años de mandato, y hablando con colegas franceses manifesté mi opinión de lo exagerado (en comparación) del asunto.

 

La respuesta me hizo pensar:

 

“La corrupción es como si en el living de tu casa aparece un pequeño fueguito en un rincón. ¿Que es lo que haces?  Lo apagas antes de que se queme todo, bueno es lo mismo, si se deja un caso pequeño y aparentemente sin importancia, la cosa crece, se desarrolla y quema todo en la sociedad”.

 

Luego de doce años de gobierno K la corrupción en la Argentina llego a records mundiales, solamente una de las causas del antiguo ministro de planificación K alcanza la friolera de siete mil millones de dólares. Cálculos conservadores elevan el monto del desfalco al estado al equivalente a un PBI anual de toda la economía argentina.

 

Pero lo más grave no es eso, lo grave es que los países desarrollados como Francia son muy vigilantes de la corrupción entre sus dirigentes, pero no dudan en utilizarla con sus pares del tercer mundo (África y Sud-América, sobre todo) para reforzar su estrategia de dominación y hegemonía en el concierto de las naciones. Son normales y aceptados los “pots de vin” (coimas), que las empresas multinacionales francesas pagan a los dirigentes de países subdesarrollados para obtener concesiones petroleras, mineras, autopistas, prerrogativas fiscales, etc., etc. Es decir que la corrupción es un instrumento de dominación, de ahí la importancia de tener dirigentes honestos y de castigar con toda severidad la corrupción, nuestra propuesta es que sea considerada como traición a la Patria y se la castigue con la pena máxima.

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Otra pieza del rompecabezas.

 

 

4.    El Poder

 

El poder nace de la fuerza.

 

Ante esta afirmación estoy seguro que muchos van a reaccionar. No estoy de acuerdo, el poder nace de las ideas, seguro dirán.

 

No es verdad. La historia nos demuestra lo contrario, los grandes cambios sociales pudieron haberse originado en ideas, pero la puesta en marcha se hizo mediante la fuerza.

 

Por ejemplo, una de las últimas guerras por la que pasó el mundo fue la de Irak, contra Sadam Hussein fomentada por George W. Bush y su entorno, vinculado a los intereses petroleros y armamentísticos.

 

Antes de la invasión de Irak para “buscar armas de destrucción masiva” tuvo la oposición de la ONU por mayoría absoluta y de la mayor parte de los países de Europa (salvo de sus chupamedias como España y el Reino Unido), pero a pesar que la misma organización mundial hubo manifestado su rechazo con varias resoluciones, Bush invadió igual Irak. ¿Por qué?

 

Porque tenía la fuerza.

 

No es el único ejemplo sino simplemente uno de los últimos a lo largo de la historia de la humanidad.

 

En consecuencia, no se puede tener poder si no se tiene fuerza para sostenerlo.

 

Si observamos a la Argentina de los últimos años, los gobernantes siempre trataron de tener fuerza para sustentar su poder y cuando la perdieron cayeron.

 

Primero los militares que se mantuvieron en el poder hasta que el fracaso de Malvinas les restó fuerza y se tuvieron que ir.

 

Luego Alfonsín que en su afán permanente de conseguir un poco de fuerza se la pasó negociando, con los militares, con los sindicatos, con la oposición, hasta que por no conseguir tener fuerza se tuvo que ir.

 

Luego vino Menem, que basó su poder en la fuerza de la estructura del partido justicialista sostenido por los siempre fuertes sindicatos y así en adelante.

 

Un capítulo especial merece la pavorosa gestión de De La Rua. Pavorosa en doble sentido, uno por la gestión desastrosa de gobierno por parte de quienes no habían antes administrado ni un kiosko de cigarrillos y pavorosa por el pavor que la falta de poder originado en la falta de fuerza puso en evidencia durante todo su gobierno. Hasta que finalmente esa falta de poder también obligó a que se tuviera que ir.

 

Podemos saltear a Duhalde y al periodo de cinco presidentes en una semana por una piedad histórica y caemos en mister K o mejor dicho en el matrimonio K.

 

Luego de la muerte de “él” la señora K continuó con la política de confrontación iniciada por su marido, incluso profundizándola, peleándose con cualquiera que no pensara como ella, pero finalmente perdió el poder (no pudo poner a un sucesor) por una cuestión de oposición de fuerzas.

 

A mi entender sobrevaloró las suyas y subestimó las del adversario, en este caso Cambiemos. Hagamos una lista de a quienes tuvo a favor y a quienes en contra:

 

A favor:

 

  • Los imberbes (el término no es mío sino del “General”) de La Cámpora y entidades imitadoras del interior del país.
  • Las madres de Plaza de Mayo y sus agrupaciones parientas (Abuelas, Hijos, Nietos, etc.).
  • Los medios oficialistas (pagados a alto costo) como Tiempo Argentino, Pagina 12, Radio Nacional, Canal 7, Radio 10 y otros medios de Cristóbal, etc.
  • Obviamente los políticos de su entorno.
  • Los que recibían y reciben aun dádivas (asignación universal por hijo, por embarazo, por travesti, etc., etc.).
  • Los empresarios amigos socios en los esquemas escandalosos de corrupción (obra pública, transportes, casinos, mega-minería, petróleo, construcción de viviendas populares, etc.).
  • Los idiotas útiles que se creen su visión tuerta de la problemática de los derechos humanos.
  • La justicia “legitima”.
  • Algún que otro artista o intelectual que también recibe dádivas.
  • Los homosexuales.
  • Los sindicalistas que soñaban con quedarse con la CGT (no sus afiliados que lo siguieron a Moyano).
  • China y Latinoamérica (ah, me olvidaba de Angola).
  • La Iglesia “franciscana”.

 

Y creo que nadie más.

 

Ahora bien, a quienes tuvo en contra:

 

  • La clase media que pagó (y lamentablemente sigue pagando) con sus impuestos cada vez más altos la fiesta de dadivas y corrupción y a la que a cada momento sufría (y sufre) la inseguridad, el manejo “cubano” del mercado cambiario, etc.
  • El campo, los medianos y pequeños productores que tuvieron que vender sus campos a los sojeros para sobrevivir.
  • Las fuerzas armadas, anuladas operativamente.
  • La justicia “no legitima”.
  • La Iglesia “no franciscana”.
  • La oposición, principalmente Cambiemos.
  • El peronismo federal (con minúscula lamentablemente aun ahora).
  • Los empresarios de verdad que no viven de los negociados con el gobierno.
  • Los medios no oficiales (Grupo Clarín, Perfil, La Nación, La Prensa) y sus asociados.
  • Los civiles y militares perseguidos y encarcelados por su visión tuerta de los derechos humanos.
  • Moyano, los sindicalistas que lo seguían y sus laburantes.
  • La izquierda de verdad que no creía en su “progresismo”.
  • Los piqueteros que dejó afuera de su reparto de dadivas.
  • Los Estados Unidos.
  • Europa.

 

Y creo que a nadie más.

 

El resultado conocido es que la oposición de estas fuerzas produjo el triunfo de Cambiemos, que llegó al poder usando muchos de los argumentos que nosotros estamos planteando (por eso los que pensamos así lo votamos) pero que luego de casi tres años de gobierno nos sentimos defraudados.

 

En síntesis, nosotros pensamos que todo gobernante necesita basar su poder en la fuerza, sobre todo si quiere luchar contra los males tradicionales de la sociedad argentina, sobre todo el principal, la corrupción.

 

Otra pieza del rompecabezas.

 

Buscando simplificar la cuestión, si ensamblamos las tres piezas como si fueran las patas de una mesa y todo carpintero sabe que una mesa de tres patas nunca puede ser chueca, llegamos a la conclusión que la receta para una Nación justa y exitosa está compuesta por:

 

  • Dirigentes idóneos en todos sus estamentos sean políticos, empresariales o sindicales.

 

  • No corruptos.

 

  • Con poder, basado en la fuerza.

 

¿Cómo se hace?

 

Voy a tratar de exponer una síntesis de lo que un proyecto político tiene que considerar como marco de referencia, en el capítulo siguiente.

 

 

5.    Un poco de ideología

 

Todo Estado tiene que ser antes que nada una Nación.

 

¿La Argentina es una Nación?

 

En mi opinión si, aunque el concepto de su composición difiere según el sesgo político de quien lo enuncie.

 

Para una parte de la izquierda, por ejemplo, la Nación Argentina tuvo origen en los “pueblos originarios”, olvidándose que en el territorio que corresponde a nuestro país la mayoría de ellos estaba en la edad de piedra. Ignorando el fenómeno de la inmigración europea, fomentada por la generación del ochenta, en especial Sarmiento que quería antes que nada “mejorar la sangre de la nación lavándola de su influencia aborigen que como él decía solo servía para abonar la tierra”.

 

Para nosotros, la derecha, la Nación está compuesta por los descendientes de las familias españolas de la época colonial, enriquecida por la inmigración de origen europeo, con los valores aportados por cientos de miles de españoles, italianos, alemanes, ingleses, árabes, judíos, etc., que desde el siglo diecinueve y hasta mediados del veinte fueron llegando a estas tierras, atraídos por la quimera de “hacerse la América” escapando de una Europa empobrecida y en llamas.

 

Estos inmigrantes aportaron valores importantes para la construcción de una Nación, como ser el culto al trabajo, el progreso social mediante el esfuerzo, principalmente estudiando. Lo que produjo que muchos hijos de inmigrantes se convirtieran en “mi hijo el doctor” para orgullo de sus padres con acento gringo.

 

Siendo el principal constituyente de la clase media que tanto aportó al crecimiento del país.

 

Estos valores permitieron que la Argentina creciera y fuera respetada en el concierto de las naciones hasta mediados del siglo veinte, cuando Perón (convencido por Eva) comprendió la fuerza que le podía dar (para sostener su poder) la clase baja del interior conocida como “los cabecitas negras” y los trajo para Buenos Aires para comenzar a construir su “mafia sindical” protagonista de la política argentina desde entonces.

 

Luego las distintas caricaturas peronistas de Perón trataron de imitarlo trayendo sus propias masas a Buenos Aires. Aparecieron las villas en ella y otras ciudades del interior y sobre todo comenzó a diluirse el concepto de trabajo fecundo, llegando al paroxismo en la era Kirchner donde la mayor ambición de un miembro de la “clase trabajadora” debía ser la obtención de un “plan” que como una limosna le entregue el puntero de turno (que de paso se queda con una jugosa parte del mismo) para que como contrapartida el “trabajador” corte calles, forme parte de las manifestación de apoyo y en general refuerce el poder de la señora K. Ningún descendiente de europeos puede imaginar a sus ancestros haciendo la cola en el ANSES para la obtención de un “plan” dado que se le caería la cara de vergüenza y nunca más se atrevería a mirar a los ojos a sus hijos.

 

La perdida de los valores originales de los inmigrantes europeos, y su remplazo por la demagogia populista, nos alejó cada vez mas de tener la esencia básica para ser una Nación.

 

En consecuencia, una de las principales acciones deberá ser cortar con el asistencialismo para volver al culto de los valores esfuerzo y trabajo.

 

Un análisis particular merece el fenómeno de la nueva inmigración de estos tiempos formada en su casi totalidad por individuos provenientes de los países limítrofes. Somos un país que con un concepto muy especial de los “derechos humanos” aceptamos sin ningún reparo la llegada en aluviones de estos inmigrantes, la mayoría sin trabajo ni capacitación, que pasan a engrosar las filas de los villeros, desocupados y en una gran proporción los delincuentes que azotan el conurbano bonaerense y otras ciudades del interior.

 

Para citar un ejemplo vivido en carne propia, cuando yo llegué a Francia con un puesto de personal directivo en una importante empresa automotriz, la misma tuvo que llenar una declaración jurada donde manifestaba que mi humilde persona contaba con conocimientos que no existían en el país, (cosa que no era verdad) para que se me fuera entregado mi “titre de sejour” por una validez de un año. Solicitándome además la apertura de una cuenta bancaria, donde tuve que depositar el equivalente a treinta mil dólares, para facilitar la aceptación de mi demanda. Esto lo hacen justamente para evitar que los inmigrantes engrosen la fila de desocupados y usuarios del servicio de salud francés, sin hacer su correspondiente aporte.

 

A pesar de ser un cuadro dirigente de una empresa internacional, con un buen sueldo y pagando sumas importantes de impuestos, debía renovar en forma personal mi “titre de sejour” en forma anual y si en alguno de los casos tuviera registrado algún delito (por ejemplo, un incidente vial grave) mi demanda no seria cumplida y hubiera sido expulsado del país.

 

Nosotros en cambio tenemos una política inmigratoria tan “progresista” que no tenemos reparo en cobijar a todos los vecinos que vienen, no a trabajar (como la inmigración europea), sino a aprovecharse de la política populista de nuestro gobierno (actual y anterior).

 

Conviene tener en cuenta que Francia en mi conocimiento fue uno de los principales creadores de la “doctrina de los derechos humanos” tan meneada por los K y otras agrupaciones de izquierda.

 

 

5.1.       El rol del Estado.

 

Ya expresado lo que desde mi punto de vista se debería hacer para ser una Nación, con mayúsculas, debemos pasar a analizar el rol que debe tener el Estado.

 

Como mencionamos en la introducción, hay cinco pilares de los que se debe ocupar el Estado en exclusividad: asegurar la Educación, la Salud, la Seguridad, la Defensa y la Justicia.

 

5,1,1, La Educación.

 

La educación es fundamental, no por muy trillada que sea esta afirmación es menos cierta. La educación es la base del sistema democrático. No puede funcionar la democracia con un pueblo ignorante, donde la mayor parte de los votantes se la pase sentado frente al televisor mirando programas, donde lo único que interese es el futbol y las nalgas de las cortesanas de turno. Matizados con profundas discusiones entre vedettes y travestis.

 

La educación no es solo la formación dada por la universidad o las escuelas. Es también la cultura, pero esta no puede estar desvinculada de los medios de comunicación. La cultura tiene que ser inducida, es un aprendizaje del espíritu, muy pocos tienen la sensibilidad de apreciar una discusión filosófica frente a la tentación de un programa centrado en el efectismo. Ni tiene el oído educado para diferenciar la música clásica de la cumbia villera, eso el Estado tiene que inducirlo.

 

De todas formas, la prioridad debe ser dada a la formación. Las universidades estatales tienen que volver a ser excelentes, basadas en la selección de sus profesores y de sus alumnos. En todo país serio hay universidades de prestigio y éstas están basadas en la selección. No entra cualquiera como alumno, ni mucho menos como profesor. Las universidades privadas pueden ser un complemento, pero nunca deberán poder competir en términos de excelencia con las públicas, no porque ellas sean inferiores, sino porque la universidad estatal debe ser el sumun.

 

La formación tiene que ser un derecho inalienable para el ciudadano, cualquiera sea su condición social. Hay que garantizar la igualdad de oportunidades. El Estado debe estar permanentemente a la “caza” de talentos en la infancia, que serán los dirigentes del mañana, sean estos hijos de obrero o del empresario más exitoso. Con tanto dinero gastado en subsidios, “planes trabajar” y corrupción, se debe poder encontrar el necesario para financiar becas para los estudiantes que realmente lo necesiten, sobre la base de créditos a devolver una vez recibidos e insertados en el mercado laboral.

 

Para lograr esto es necesario reformular completamente el sistema educativo, en todos los niveles, primario, secundario y universitario. Se deben cambiar completamente los planes de estudio, actualizándolos a las necesidades de un mundo cambiante, donde el avance de la informática y las nuevas tecnologías dejaran sin empleo en pocos años a gran parte de la población mundial. También hay que estimular la formación para aquellas tareas que no podrán ser reemplazadas por robots, aunque sean tan simples como la doma de un caballo, el avance de la tecnología alejó a nuestros jóvenes de las tareas aparentemente simples, que en realidad son más difíciles que el manejo de un teclado, como por ejemplo tener la sensibilidad para ser un buen maestro o cultivar una huerta.

 

Los años de kirchnerismo destruyeron el sistema educativo, los maestros no sirven y los alumnos salen de las escuelas sin los conocimientos mínimos, en su mayoría no comprenden un texto cuando lo leen y son incapaces de razonamientos matemáticos básicos como la regla de tres simple. Ver nuestro trabajo en este blog denominado “Un pensamiento inteligente en un papel o una pelotudez en un twitter”.

 

Es necesario reevaluar la aptitud de cada docente, reemplazando a los no aptos para enseñar a nuestros niños y jóvenes, si no cambiamos esto la Argentina no tiene futuro.

 

Todo ciudadano (por nacimiento o adopción) debe tener asegurada su formación (que a su vez será obligatoria) hasta finalizar la escuela secundaria, con programas tendientes a reafirmar los valores pilares de la Nación (esfuerzo, honestidad, coraje y patriotismo) con conocimientos acordes a la necesidad del país.

 

Esta formación debe ser basada en la escuela pública, el rol privado debe ser complementario, pero nunca central. Simplemente porque la educación no debe ser tratada como un negocio, y regido por las leyes de la economía y del mercado, sino una función social, que por definición tiene una rentabilidad para la Nación a largo plazo, representada por la calidad obtenida de sus dirigentes y su masa trabajadora a futuro.

 

Esta formación debe ser complementada por “proyectos de desarrollo”, que es mucho más que el mero crecimiento económico, donde se incentive la capacitación orientada hacia actividades a la cuales el país le quiera dar prioridad, aprovechando sus ventajas comparativas, para usarlas como motor de su desarrollo.

 

Podemos citar como ejemplo la impulsión que la India dio a su actividad informática creando polos de desarrollo como los de las ciudades de Chennai y Bangalore, con una estructura universitaria capaz de lanzar al mercado laboral trescientos mil ingenieros por año, complementada por medidas fiscales de incentivo a la radicación de empresas del ramo; en zonas francas creadas al efecto con toda la infraestructura de soporte necesaria.

 

Nuestro país tiene una masa humana con una capacidad intelectual válida para este tipo de proyectos, si bien nuestra población es numéricamente varias veces inferior a la hindú, el concepto sigue valido con las escalas adecuadas. No solo en el área informática, sino en muchos otros frentes desde la agroindustria hasta la tecnología nuclear.

 

Somos un país federal y los gobernadores debes ponerse los pantalones largos y procurar crear esos polos de desarrollo en sus provincias (los gobernadores de los estados brasileños son un buen ejemplo), lo que contribuirá a acabar con el centralismo porteño, donde la mitad de la población del país vive en condiciones precarias, dejando al resto del territorio casi vacío.

 

 

5.1.2.   La Salud.

 

Respecto a la salud, ésta también deber ser un derecho inalienable del ciudadano.

 

Atención que, tanto en este punto como en el anterior, me refiero a ciudadanos y no a habitantes ilegales, por lo que conviene hacer una digresión sobre la diferencia de estos dos conceptos.

 

En todo país serio existen ciudadanos e ilegales, los primeros son los documentados, sean estos nacidos en el país o no, que pagan sus impuestos y cumplen con sus obligaciones, en consecuencia, pueden reclamar sus derechos. Los ilegales son los individuos clandestinos provenientes de la inmigración ilegal, los cuales deben ser detenidos y enviados a sus países de origen de manera compulsiva.

 

Volviendo a la salud de la misma manera que la educación no puede ser considerada un negocio, ni mucho menos estar regida por el mercado.

 

Asegurar la salud de sus ciudadanos es una de las cinco funciones centrales del Estado. En este tema mi propuesta es la creación de un sistema del tipo europeo basado en la contribución compulsiva a los trabajadores y empresarios, administrada por el Estado del tipo “Assurance Maladie” francesa. Donde todo trabajador y empresario aportan al fondo común que da en exclusividad asistencia a la población.

 

Existirán hospitales y otros entes de diagnóstico privados, pero serán remunerados por este servicio estatal de salud. Obviamente esto requiere una administración no corrupta dada la magnitud de la torta a repartir, pero los países serios han logrado hacerlo, este debe ser nuestro ejemplo. De la misma forma que hay universidades de excelencia debe haber centros de salud de excelencia.

 

Una reflexión especial debe ser dada respecto a los laboratorios de medicamentos, este es un punto que incluso los países desarrollados no han resuelto. Existe una suerte de círculo nefasto entre las organizaciones de salud, los laboratorios y el cuerpo médico, que genera una inflación de demanda de medicamentos de carácter paliativo, que no llegan a la curación final del enfermo y que agota las arcas de la Seguridad Social, mas adelante volveremos sobre el tema, cuando tratemos el rol económico del Estado.

 

 

5.1.3. La Seguridad

 

Una visión simplista del problema nos lleva a pensar que la seguridad debe ser asegurada por la policía, y que la solución pasa (como hiciera el gobierno anterior e incluso el actual) por colocar más personal policial en las calles, olvidándose que no puede haber una acción eficiente, si no es acompañada por los tres poderes del Estado. El ejecutivo debe mostrar intenciones claras en su lucha contra la delincuencia, atacando enérgicamente la parte inferior de la pirámide del delito, es decir el delincuente que está en la calle agrediendo al ciudadano; como también a los estamentos superiores del delito. Por ejemplo, los zares del narcotráfico y la trata de personas, que solo pueden existir con la connivencia del gobierno, ya sea este local o central.

 

El poder legislativo debe sancionar leyes claras y contundentes para combatir la delincuencia, sin estar contaminado con ideologías pseudo-progresistas que solo existen en la cabeza de algún izquierdista trasnochado, pero que no tienen realidad en ningún país serio. Mis años en Francia me mostraron que no hay delincuentes armados en ese país, salvo las bandas muy pesadas y que normalmente se dedican a hechos delictivos mayores como el robo de bancos y de camiones blindados. Dejamos de lado la cuestión del terrorismo por ser de una naturaleza diferente. Volviendo a la problemática inicial, un delincuente de poca monta puede salir a la calle a robar una billetera como “pick-pocket”, pero no se le ocurriría estar armado, porque en ese caso pasaría a otro “nivel”, donde sabe que se le va la vida porque la policía lo cazaría como a un perro rabioso. La lucha contra las bandas mayores también se hace con total contundencia, y los delincuentes si son capturados vivos, lo que es raro, terminan el resto de su vida en prisión donde no existe nuestro famoso “dos por uno”.

 

También deben emitirse leyes acordes que traten con severidad los crímenes cometidos por menores de edad, un adolescente con un arma en la mano ya no es un “menor” es un delincuente como cualquier otro y debe ser tratado de la misma forma.

 

Por último, el poder judicial debe cumplir con su misión de condenar al delincuente con la severidad que se requiere, y sobre todo no ser corrupto y no tener connivencia con las organizaciones delictivas, que permiten que haya jueces “garantistas”, que liberan a los asesinos que son penosamente capturados por la policía. La realidad en la Argentina de hoy es que la delincuencia no tiene el más mínimo prurito en matar a la gente inocente, porque sabe que finalmente no tendrá un castigo adecuado a la magnitud de su delito.

 

Hemos hecho un estudio exhaustivo de este tema en nuestro trabajo titulado “Una solución integral al problema de la inseguridad en la Argentina” publicado en este mismo blog.

 

 

5.1.4 La Defensa.

 

En cuanto a la seguridad exterior o mejor dicho la defensa nacional contra una agresión externa, es un tema a mi entender prioritario y de urgente tratamiento por un gobierno serio.

 

Los miembros del gobierno K, muchos de ellos de origen subversivo ya sea directamente (los menos) o por ideología, odiaban a las fuerzas armadas.

 

Este odio se tradujo en un ataque presupuestario y moral permanente que las llevó hasta la total inoperatividad.

 

Hoy la Argentina es el país más indefenso de América Latina.

 

¿Es esto razonable?

 

¿Si es así, porque Brasil incorpora permanentemente armamento? Con radicación local de fabricas de aviones de combate, y otras medidas de carácter similar. ¿O porque hace lo mismo Venezuela, Colombia, Bolivia, o incluso Uruguay?

 

Hace poco un ex presidente uruguayo confesó haber barajado la posibilidad de un enfrentamiento armado con la Argentina, por el conflicto con la papelera Botnia. En síntesis, cualquiera nos toca el c…

 

No hablemos de nuestro siempre presente riesgo potencial con Chile, cuyos aviones de combate (una treintena de F16 de última generación) sobrevuelan casi diariamente, para entrenamiento de sus pilotos, la frontera e incluso suelo argentino. Yo sé lo que digo porque vivo en la Patagonia a 50 km del límite y los veo dejar la estela de humo de sus motores a reacción sobre las montañas.

 

Hay que volver a equipar a nuestras fuerzas armadas y darles un nivel de operatividad similar a la de los países vecinos más poderosos, Brasil y Chile. No con un afán belicista, sino simplemente como actitud defensiva, no olvidemos que “el poder nace de la fuerza”.

 

Una vez reequipadas y puestas en operatividad las fuerzas armadas, éstas deben ser utilizadas exclusivamente para nuestra defensa, lo que significa la no participación en bloques regionales, liderados por una potencia exterior como el caso de los EEUU. Las fuerzas armadas son del país y para la defensa del país.

 

El mundo enfrenta una escasez cada vez mayor de recursos naturales y de territorio. La Argentina es muy rica en estos aspectos, lo que nos hace muy apetecibles a los intereses expansionistas no solo de las grandes potencias, sino de nuestros vecinos.

 

 

5.1.5 La Justicia.

 

Doce años de gobierno K dieron como consecuencia la aparición de un sector de la justicia “militante” llamado “justicia legítima”, lo que genera una contradicción básica a la división de poderes de un sistema democrático porque significa una “justicia con ideología”.

 

Si a esto le agregamos la corrupción de muchos integrantes del sistema judicial, en todos los niveles, desde secretarios hasta jueces de cámara, nos da una idea de por qué las empresas extranjeras, cuando luego de sus inversiones en el país necesitan fijar jurisdicción para eventuales conflictos legales, lo hacen sobre la de Estados Unidos o Europa. Simplemente porque no creen en la justicia argentina.

 

Lo primero es eliminar la corrupción en el sistema, para lo cual no hay que romperse mucho la cabeza buscando la forma, basta comparar los ingresos de los miembros del poder judicial, que son de público conocimiento, respecto a sus gastos. Cuando haya (como dice la AFIP) inconsistencias se da intervención a la Oficina Anticorrupción y si se comprueba el delito se envía al responsable a la cárcel de por vida, acusado de traición a la Patria, no es difícil, solo hay que tener el coraje de hacerlo.

 

La Justicia (con mayúsculas) tiene ser independiente del poder de turno si queremos ser un país en serio. No vendrán inversiones de importancia sin este prerrequisito, por mas que nuestro presidente se la pase viajando por el mundo pidiéndolas. Un análisis del tema lo tratamos en este blog en el trabajo “Una solución integral al problema de la inseguridad en la Argentina”.

 

 

5.2.       Geopolítica y relaciones internacionales.

 

Al tratar el tema ideológico no podemos dejar de lado la geopolítica.

 

¿”Será que América Latina es mi patria”?

 

Definitivamente no.

 

Ese discurso es muy apropiado para festivales folclóricos y reuniones junto a un fogón, en un camping de jóvenes de izquierda, pero no resiste un análisis serio.

 

Argentina sociológicamente no es Brasil, ni Bolivia, ni Perú, ni Venezuela, ni Colombia, ni Ecuador ni mucho menos Chile. Aunque es algo similar al Uruguay.

 

Los países son su gente, y las gentes en éstos son distintas, de diferente origen racial y cultural.

 

Brasil tuvo un origen portugués lo que hace que su idioma sea diferente lo que no es un detalle menor, con una fuerte inmigración negra que se sumó a la de origen alemán y en menor medida japonés. Estos dos últimos forman la mayor parte de la clase dirigente sobre todo en los estados del sur.

 

En cuanto a Bolivia su población tiene origen español con un fuerte contenido étnico de origen aimara (inca) lo mismo que Perú.

 

Venezuela Ecuador y Colombia son étnicamente parecidos con un fuerte contenido indígena en la población, lo que facilitaría si integración, si se dejaran de lado las diferencias ideológicas de los gobiernos de turno.

 

La Argentina en su composición étnica es diferente a todos estos países. Tuvo origen español colonial, la inmigración negra producto de la esclavitud casi no dejó rastros por causa de la mortandad durante la guerra de la independencia y la fiebre amarilla de fines del siglo XIX. La participación de la población de origen indígena es muy baja (si no contamos a la inmigración clandestina de los países vecinos), y desde principios del siglo XX la inmigración europea, de medio oriente, e incluso Asia, le dio un tono distintivo a su etnia, lo que la hace totalmente diferente al resto de los países de América Latina, salvo Uruguay.

 

Uruguay es un caso particular, a los efectos del análisis geopolítico debiera ser tratada como una provincia argentina, lo que sería en realidad si Juan Manuel García (ministro de relaciones exteriores) de Rivadavia no hubiera protagonizado junto con su jefe, uno de los incidentes de corrupción más denigrantes de la historia argentina al finalizar la guerra con el Brasil.

 

La mayoría de los argentinos “son europeos nacidos en el exilio” como dijo o mejor dicho escribió Jorge Luis Borges.

 

El resto es demagogia “bolivariana” y “chavista” importada por su caricatura local encarnada por el matrimonio K.

 

La Argentina tiene que aspirar a ser independiente y participar en acuerdos regionales siempre y cuando le convenga, sin olvidar que el peso gigantesco de Brasil (octava potencia económica mundial, aunque de capa caída por ahora) nos pone permanentemente en riesgo de fagocitación económica, si no estamos alertas.

 

La actitud de Chile en este tipo de acuerdos es un buen ejemplo a seguir.

 

¿Esto significa abandonar el Mercosur?

 

No. Significa renegociarlo, dejando abierta la posibilidad de hacerlo si no se logran los objetivos.

 

¿Y la UNASUR?

 

En términos geopolíticos es importante como factor de contrapeso a los otros grandes bloques mundiales, pero hay que “desizquierdizarla”.

 

¿Y la relación con los EEUU?

 

Mantenerla de la misma forma que hay que hacerlo con el bloque europeo o el asiático, pero con una actitud soberana. Lo que significa no volver a las “relaciones carnales”.

 

La política internacional es la búsqueda permanente de equilibrio, pero manteniendo una actitud soberana e independiente, jamás aceptando intervención extranjera en los asuntos internos del país.

 

 

4.3. Estado y economía.

 

Para terminar con la posición ideológica hablemos un poco del rol del estado en la economía, dado que este factor es fundamental para la estabilidad y gobernabilidad de un país.

 

La Argentina a lo largo de su historia económica tuvo en síntesis una actitud pendular entre liberalismo e intervencionismo estatal.

 

Arrancamos con la economía post colonial agro-exportadora con un fuerte predominio de capitales ingleses, dando también origen a las principales fortunas locales de raíz agropecuaria, con una actitud estatal de orden liberal de “dejar hacer”.

 

Luego aparecieron a principios del siglo XX las incipientes políticas desarrollistas de mano de Yrigoyen para luego volver a lo anterior después de su derrocamiento. Pasamos luego con el peronismo a una fuerte intervención estatal para luego volver a un liberalismo de la mano de la Revolución Libertadora, para volver con Frondizi a un estatismo desarrollista industrial, para seguir yendo y viniendo de una punta a la otra del espectro hasta el día de hoy, pasando por el liberalismo de Martínez de Hoz o después Cavallo, hasta el estatismo K y el actual liberalismo de Cambiemos.

 

Nuestra posición en materia económica no es ni liberal a ultranza, ni un estatismo demente.

 

El Estado tiene que intervenir en la economía lo mínimo necesario para orientarla hacia el desarrollo, lo que no significa “desarrollismo cueste lo que cueste”.

 

Un buen ejemplo de esto es Brasil, una potencia económica de fuerte contenido industrial, pero también agropecuario. Lo que nos demuestra que la dicotomía agro versus industria, no necesariamente debe existir.

 

Mediante política aduanera hay que facilitar que las industrias se desarrollen mediante inversión local o extranjera, pero manteniendo permanentemente un paraguas de protección cada vez más chico, para evitar abusos de la parte de las empresas protegidas. Es difícil de hacer, pero otros países lo han logrado con éxito.

 

Los que no están de acuerdo con esto propugnaran un liberalismo a ultranza y que “sea el mercado que decida”. Esto es a mí entender una utopía.

 

El mercado funciona como regulador cuando todos sus agentes económicos están en un pie de igualdad. Hoy en el concierto mundial esto no es para nada cierto. Hoy en Europa no se consiguen ni computadoras, artículos del hogar o incluso herramientas de fabricación local. Todo es chino, hindú o de Bangladesh.

 

O brasileño.

 

La globalización produce un nivel de vida, sobre todo para los países que no pueden exportar la crisis, similar al del país asiático más extremo. Lo que no es aceptable para nadie.

 

Si los chinos hacen que sus obreros vivan en las fábricas y coman junto a la línea de producción, no significa que nuestra gente tenga que hacer lo mismo.

 

Nuestro país tiene recursos humanos y materiales suficientes para asegurar a su población de 45 millones de habitantes un nivel de vida muy superior a aquellos que tienen que repartir los mismos recursos en poblaciones decenas de veces la nuestra.

 

Es obvio.

 

¿Cómo se hace?

 

Incentivando la inversión productiva, ya sea nacional o extranjera, dando seguridad jurídica, condiciones competitivas a las empresas, reduciendo el gasto publico para así reducir los impuestos, con trabajadores capacitados y productivos.

 

Y fundamentalmente eliminando la corrupción, lo que generará los recursos necesarios para las acciones de competitividad necesarias.

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4.3.1. Estado y empleo.

 

No hay que tener un Estado fuerte como preconizaban los K, sino un Estado eficiente.

 

El populismo siempre confundió Estado fuerte con Estado elefantiásico y fofo.

 

Un Estado eficiente no está arrumbado de empleados mal pagados, que no cumplen su misión, con un nivel de formación bajo y que trabajan poco y mal.

 

Un Estado eficiente está formado por una estructura pequeña y bien paga, con fuerte formación profesional y que se siente orgullosa de su condición.

 

El Estado y sus empresas públicas no deben actuar como un generador de empleo, el único empleo genuinamente generado es la demanda de mano de obra producida por la actividad privada.

 

El resto es demagogia.

 

¿Qué hacemos con los empleados públicos cesantes?

 

La actividad privada absorberá a los aptos, algunos otros serán ocupados por las acciones de desarrollo regional y finalmente otros serán acreedores al subsidio por desempleo durante seis meses para luego seguir el destino que la vida les depare. Dependerá de la voluntad de cada uno de querer aprovechar las oportunidades de capacitación para reinsertarse en una actividad genuina.

 

El país necesita gente útil, que produzca riqueza, no parásitos que viven del Estado, que obtiene recursos para pagarles de los impuestos a los ciudadanos honestos, y de la inflación producida por la emisión monetaria para cerrar las cuentas de su desorden fiscal.

 

¿Y el conflicto social?

 

Es hora que el país sea sometido a la confrontación entre la población que trabaja y produce (un lado de la grieta) y la que vive de los demás (el otro lado), sean estos empleados públicos, empresarios corruptos, piqueteros, o “choriplaneros”.

 

Los integrantes de la sociedad deberán elegir qué país quieren.

 

A partir de esto los que aun persistan en la desestabilización serán combatidos, mediante represión a cargo de la fuerza pública.

 

No se trata de “criminalizar la protesta”, sino de elegir entre orden o caos.

 

Lo contrario es demagogia populista.

 

Es necesario tener el coraje de reemplazar el actual slogan de Cambiemos de “pobreza cero” por el de “el que no produce no come”.

 

 

4.3.2. Propiedad privada.

 

La propiedad privada que garantiza la Constitución, deberá ser respetada como un derecho fundamental del ciudadano.

 

El instinto de propiedad esta innato en todos los seres humanos, incluso en los animales, basta simplemente observar como cualquiera de ellos defiende su territorio ante el avance de otro de su misma especie.

 

El respeto de la propiedad privada garantizará las reglas de juego para los inversores tanto locales como extranjeros, todo gobierno tiene que definirse claramente sobre este tema.

 

En nuestra opinión, el socialismo es un sistema que no funcionó en ninguna parte del mundo, “la propiedad estatal de los medios de producción” solo generó escases y mercado negro. Fracasó hasta en la URSS o China, ni hablar en Cuba o los “paraísos socialistas africanos”, una vez mas es para divagues trasnochados y románticos junto a una fogata, con guitarras y la mente obnubilada por el alcohol u otras sustancias.

 

Observemos como ejemplo a China, Rusia o incluso Cuba, con su “acercamiento al mercado”.

 

Para pensar y no dejarse embaucar por los cantos de sirenas.

 

Un ejemplo por el contrario de una deformación del “mercado” es lo que pasa con las empresas de medicamentos a nivel mundial.

 

Si observamos la utilidad final de los estados de resultados de los balances publicados por los grandes laboratorios veremos que la misma se ubica entre el 20 y el 30 %, varias veces la normal para cualquier empresa industrial.

 

Esto se debe a mi entender por una combinación nefasta de la mala intervención estatal unido a los sistemas de salud de los países desarrollados.

 

Como vimos anteriormente en Francia, por ejemplo, la “Assurance Maladie”, garantiza el suministro de medicamentos a los enfermos a pedido del médico, con sus recursos provenientes del aporte compulsivo de trabajadores y empresarios. Lo que produce la situación ideal para una empresa, un cliente cautivo con recursos económicos ilimitados. Un buen ejemplo de lo que una buena intención gubernamental puede producir si no se está advertido. Las empresas farmacéuticas solo tienen que actuar sobre los profesionales médicos para inducirlos (mediante prebendas que van desde viajes turísticos a otros incentivos) en que hagan que sus pacientes consuman sus productos, lo que para estos últimos no representa un impacto económico dado que lo paga el Estado, que a su vez se alimenta del aporte compulsivo de todos los agentes económicos.

 

El equilibrio en la intervención estatal es difícil, de allí la importancia en que este Estado sea eficaz y no corrupto.

 

¿Cómo se hace?

 

Ese es el desafío.

 

Por ejemplo, para el tema en cuestión el sistema estatal de salud debe propugnar no solamente la medicina curativa sino la preventiva, incluso con prácticas similares a las que realiza el gobierno chino. El negocio de las empresas farmacéuticas es mantener a los pacientes enfermos durante el mayor tiempo posible, no hay remedios curativos, sino que mantienen a la enfermedad latente procurando que el paciente no se muera para mantener al “cliente”. Hay ejemplos a copiar incluso en Cuba. Este país como consecuencia de su aislamiento económico no tuvo otra solución que desarrollar su propia medicina curativa, incorporando técnicas de todos lados, por ejemplo, acupuntura en lugar de anestesia y sobre todo mucha prevención. Lo mismo sucedió en la China de Mao Tse Tung donde para poder enfrentar el plan de salud para una población inmensa no tuvo otra alternativa que obligarla a realizar ejercicios de Tai Chi Chuan de origen milenario para prevenir las enfermedades.

 

Todo esto debe ser tenido en cuenta por el Estado dado que la salud de la población no puede ser objeto de negocio como cualquier otra actividad económica. Respecto a la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos debe ser estimulada por el mismo Estado manteniendo un plantel de científicos bien pagos, en lugar de gastar en planes trabajar se debe cuidar este potencial humano. El desarrollo de los medicamentos debe ser estimulado por el Estado con un objetivo curativo y no paliativo como los actuales. Es difícil de hacer, es un tema que como ya expresara los países desarrollados no han resuelto, precisamente porque es una contradicción a la base de un sistema capitalista. Las patentes por ejemplo deben ser consideradas de interés público y sujetas a expropiación, lo que parece una contradicción con lo expresado anteriormente sobre la propiedad privada. En la práctica habrá pocos casos en que deba hacerse esto, debido a que como dijéramos la mayoría de los medicamentos son paliativos y no son de utilidad.

 

Otra excepción al derecho de propiedad privada es el uso de la tierra para fines contrarios al interés general como por ejemplo la minería con uso de tóxicos o las explotaciones petroleras con “fracking”. El Estado debe garantizar el derecho a la propiedad, pero debe también velar por la salud del medio ambiente. Nuevamente vemos la necesidad de equilibrio, de ahí la importancia de dirigentes de calidad y no corruptos.

 

4.3.3. Inversión extranjera.

 

Otro tema a considerar es el de la inversión extranjera, a nuestro entender es inocuo hablar de inversión nacional o extranjera, lo que existe es “inversión a secas”. En el mundo globalizado actual los capitales no tienen ciudadanía. Existen capitales de argentinos que están invertidos en el exterior justamente porque les conviene más que hacerlo en Argentina. El desarrollo se hace con capital, el Estado debe procurar que las condiciones sean tales que los mismos arriben, sin perder de vista el interés general. De nuevo volvemos a una intervención con mucha mesura y equilibrio.

 

 

4.3.4. Inflación.

 

La inflación es un cáncer para la economía de un país.

 

El gobierno K para poder mantener su política de dadivas y corrupción, frente al agotamiento de los recursos fiscales volvió a la vieja receta populista de la emisión monetaria.

 

¿Consecuencia?

 

Inflación cada vez mayor en una vorágine que no se pudo parar.

 

El gobierno de Cambiemos atacó la inflación suprimiendo la emisión monetaria espuria reemplazándola por endeudamiento externo, lo que es básicamente lo mismo. No se ataca la raíz del problema que es el excesivo gasto publico provocado por la inmensa masa de empleados públicos innecesarios.

 

Su falta de poder, el miedo al helicóptero unido al marketing “duranbarbista” hace que no se tomen acciones para atacar al problema que es lisa y llanamente echar al personal que no se necesita. Hasta que no se elimine el gasto publico innecesario no habrá solución al problema de la inflación.

 

Cuando hablamos de empleados públicos nos referimos también al parlamento, especialmente a la cámara baja, en la misma hay 277 diputados que perciben entre sueldo y viáticos cerca de $ 300.000 mensuales, a lo que hay que agregar el gasto provocado por sus “asesores” que son en promedio una veintena por cada uno, con sueldos cercanos a los $ 100.000. Nosotros proponemos reducir la cantidad de diputados a la cuarta parte manteniendo la proporcionalidad entre los partidos y eliminar a los asesores. El tema de los viáticos también eliminarlo y reemplazarlo por gastos reales según comprobantes con topes como en cualquier empresa privada.

 

La política monetaria tiene que ser rigurosa y austera, es la única forma de garantizar el crecimiento económico, lo contrario son quimeras.

 

Existen quienes preconizar que “un poco de inflación es buena porque estimula el consumo”, es lo mismo que decir “un poco de droga es buena porque te hace feliz”, es falso. Lo que se genera es un aparente consumo, que luego se traduce en caída de la actividad con caída del empleo y por ende del consumo.

 

La caída económica del modelo K comenzó cuando derogó la Ley de Convertibilidad para permitirse darle a la maquinita de imprimir billetes.

 

Repito, la política monetaria debe ser severa y rigurosa, para que el dinero circulante guarde proporción con los bienes generados por la economía.

 

4.3.5. Tipo de cambio y especulación financiera.

 

El tipo de cambio tiene que ser libre. Lo contrario es una farsa, el valor de un bien lo da la oferta y la demanda. El resto es estadística al servicio de la demagogia.

 

El problema de Argentina es que su población producto de tanto castigo a lo largo de su historia en materia económica no cree en su moneda, y por ende ahorra y efectúa sus transacciones importantes en dólares.

 

No es culpa de la población, sino de los gobiernos.

 

Recuperar la confianza llevara tiempo y el paso de muchos gobiernos que respeten las reglas de juego.

 

Procurar que la gente cambie su afición al dólar como reserva de valor mediante medidas compulsivas es querer hacer callar un chancho a palos.

 

La política económica tiene que aceptar esta situación y poco a poco generar confianza mediante una economía solida, sin inflación y con tasas de interés atractivas para el ahorrista.

 

La confianza se gana de a poco y se pierde en un segundo.

 

Todo plan económico que contemple un dólar controlado y que imagine obligar a los agentes económicos a actuar de otra manera está condenado al fracaso.

 

Mantener un tipo de cambio libre es una garantía para no atraer a la especulación financiera, si el valor del dólar depende del gobierno es muy fácil traer dólares del exterior, hacerse de pesos e invertirlos localmente a tasas de interés altas, para luego cuando los amigos del gobierno les avisen convertirlos nuevamente a dólar antes de la devaluación y quedarse con jugosas ganancias en dólares, este tipo de “inversión” extranjera no le conviene al país y fue típica de las políticas pseudo-liberales que propugnaban la libertad de los mercados pero intervienen en el tipo de cambio. Eso no es liberalismo es “bicicleta financiera”.

 

Basta con repasar nuestra historia económica de los últimos cincuenta años.

 

 

5, Estado y sociedad.

 

5.1. Derechos Humanos

 

En la Argentina como en la mayor parte de los países los derechos humanos existen solamente para defender a la izquierda. Los invito a reflexionar sobre cuantas veces la APDH, la CIDH, o sus personeros (Pérez Esquivel, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini y otras lacras) salieron en defensa de alguien que no fuera de izquierda. Las organizaciones mencionadas responden a Cuba principalmente, aunque también reciben apoyo financiero y logístico de Rusia y otros países comunistas. Nacieron como parte de un plan de infiltración al peronismo pergeñado en la década del 70 ante el convencimiento de que nunca captarían a las masas obreras de Argentina mientras este existiera, por lo que decidieron infiltrarlo. Este tema esta tratado en el articulo del blog “El kirchnerismo no es peronismo sino comunismo cubano”.

 

En concreto nosotros pensamos que la Argentina debe romper los acuerdos firmados con estas organizaciones vinculadas a los mal llamados Derechos Humanos y no recibir nunca mas a sus delegados, así tal vez estos tendrán tiempo para ir a controlar los derechos humanos del pueblo venezolano, cubano y ruso.

 

Las organizaciones locales de “defensa de los derechos humanos” hablan de treinta mil desaparecidos. Dejando de lado de si la cifra es cierta o no, lo que sabemos es que no puede ser verificada, los casos documentados por el “nunca más” son alrededor de ocho mil. ¿Entonces por qué hablamos de treinta mil? Porque esa es la cifra necesaria para que el delito pueda ser catalogado como “genocidio” y delito de “lesa humanidad”, por lo tanto, imprescriptible.

 

¿Cuantos fueron los muertos en manos de la subversión en la década del setenta? Menos aparentemente, pero también fueron muchos.

 

Actualmente hay cerca de cuatro mil detenidos en las cárceles argentinas acusados de delitos contra los derechos humanos, todos vinculados a la llamada “dictadura cívico-militar”, en un tiempo durante el gobierno K los medios afines hablaban de “dictadura cívico-militar-eclesiástica” pero el acercamiento a un momento dado del gobierno anterior con Francisco produjo que se eliminara la parte “eclesiástica” volviendo a quedar sólo “cívico-militar”.

 

Ahora bien. ¿Cuántos detenidos hay del lado subversivo acusados de las muertes de militares, empresarios, sindicalistas, estudiantes y otras victimas del terrorismo? Ninguno. Porque como los muertos fueron menos de treinta mil el delito no es imprescriptible.

 

A esto nos referimos cuando hablamos de “derechos humanos tuertos”. Nuestra posición es que si hay prisión debe haberla para ambas partes o para ninguna de ellas.

 

Yo se que la izquierda va a llamar a esta postura “doctrina de los dos demonios” pero quienes vivimos ese periodo nefasto de nuestra sociedad sabemos que sucedió de esta manera.

 

En algún momento debemos cerrar este capítulo de nuestra historia.

 

También debemos reconocer que, si hoy la Argentina no esta negociando con las bandas terroristas el destino de la Nación, como lo está haciendo Colombia con las FARC y el ELN, es por la intervención de las fuerzas armadas durante la década del 70.

 

5.2 Iglesia y libertad de culto.

 

Nosotros pensamos que la Argentina debe asegurar la libertad de todos los cultos (mientras no infrinjan la Ley) y no sostener económicamente a ninguno. Esto implica eliminar la asistencia financiera a la Iglesia Católica y a sus organizaciones afines.

 

5.3 Género.

 

Debemos asegurar la igualdad de género, basada en la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, ya sea en lo laboral como en las otras áreas (política, educación, cultura, etc.), lo que no significa la existencia de “cuotas” sino de oportunidades equitativas y que tanto las mujeres como los hombres se ganen su lugar mediante el esfuerzo personal y competencia.

 

En cuanto a la homosexualidad, tanto de hombres como de mujeres, consideramos a la misma como un trastorno de la personalidad. Quienes la padecen no deben ser perseguidos sino ayudados y comprendidos, lo que no significa estimular la “militancia homosexual”. Tal vez me pueda hacer entender más fácilmente con un ejemplo que viví hace pocos días, cuando mi hijo, su mujer y mi nietita de cuatro años vinieron a visitarme en mi campo donde vivo en la Patagonia. Durante un día de lluvia tuve la buena idea de encender la televisión y sintonizar el canal Paka Paka para que la niña viera los dibujos animados, en uno de ellos aparece una princesa a quien su padre el rey le presentaba diferentes príncipes, para que se case con alguno de ellos, a los que sistemáticamente rechazaba. La princesa mostraba un conflicto con su identidad sexual y se dirigió a un estanque donde había una ranita. La ranita le pide un beso y la princesa se lo da, a lo que la ranita se transformó en una doncella desnuda que le confesó a la princesa que la amaba y que se deberían casar. El cuento en dibujo animado terminó con la moraleja donde a partir de ese día el reino tuvo “dos reinas”, todo esto dirigido a una audiencia infantil entre la que se encontraba mi nietita de cuatro años. Esto no es libertad de género es simplemente corrupción infantil.

A esto me refiero con no permitir la “militancia homosexual”.

En definitiva, somos mucho más tolerantes que en Rusia, donde envían a los homosexuales a los campos de trabajos forzados en Siberia.

 

 

5.3.       Control de armas en poder de los ciudadanos.

 

“Si las armas son ilegales, solo podrán tener armas los que estén fuera de la Ley”.

 

Este es el lema de la NRA (National Rifle Association) de USA.

 

La izquierda siempre tuvo miedo de los ciudadanos armados, salvo cuando ellos conforman organizaciones guerrilleras. Ningún país con gobierno de izquierda permite las armas en poder de los ciudadanos honestos.

 

¿Por qué? Porque como decía Thomas Jefferson es el ultimo recurso de los ciudadanos para defender su libertad frente al totalitarismo.

 

Eliminando las armas legales en poder de los civiles honestos no se elimina la delincuencia, por el contrario, sólo se aumenta la indefensión de la población.

 

Un delincuente que no tiene reparos en matar no se va a preocupar por infringir la ley de armas.

 

Los que nos definimos como “de derecha” consideramos que tenemos derecho a la autodefensa, de nuestra familia, de nuestra persona y de nuestros bienes. Con la debida responsabilidad frente a la Ley cuando lo hacemos cometiendo un delito.

 

La Argentina basó su Constitución en muchos de los principios de la de los Estados Unidos de América, donde uno de ellos declara que el ciudadano tiene el derecho a la autodefensa y puede delegar, si lo desea, esa facultad en el Estado, pero puede retomarla cuando lo crea necesario.

 

Este tipo de principios es aplicado en todos los países cuyos orígenes fueron “de frontera” (Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia y la mayoría de los de América del Sur). Estos países se caracterizaron por la existencia de “pioneros” que avanzaban con esfuerzo, mucho trabajo y sangre en los territorios para poblarlos y llevar la civilización. Esto requería el uso de armas para la autodefensa.

 

La Argentina sigue aun con estas características, tanto en las zonas rurales como las urbanas.

 

Nuestra propuesta es que los ciudadanos pueden acceder a la tenencia domiciliaria de armas y a la portación en casos determinados, con los controles y los exámenes adecuados (psicológicos, penales, idoneidad en el manejo, seguridad, etc.).

 

Esto es una garantía de libertad, mal que le pese a la izquierda que preconiza que solo puedan tener armas los terroristas y los delincuentes.

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6.         Conclusión

 

Hasta aquí mis reflexiones producto de la contemplación de la Cordillera de los Andes.

 

Obviamente cada punto merece un capitulo que lo trate en profundidad si pretende ser una plataforma política.

 

Las escribí principalmente para mí mismo y poder ordenar mis ideas, producto de la experiencia vivida padeciendo gobiernos durante toda una vida.

 

Ahora, superados ya los sesenta años vuelco en estas pocas páginas la conclusión de mis pensamientos respecto a lo que deben hacer o no hacer un gobierno para garantizar que los ciudadanos honestos vivamos en bienestar.

 

También, al difundirlo pretendo que los que estén de acuerdo con mi punto de vista me ayuden a propagar estas ideas entre sus allegados, para así ir construyendo un movimiento que nos represente.

 

Invito también a participar con su aporte intelectual a todos los que quieran involucrarse en esta “patriada”, pueden contactarme en mi dirección electrónica:

 

jorgemelchorgreco@gmail.com

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No nos olvidemos que “tenemos derecho a ser de derecha”.

 

 

Jorge Melchor Greco

 

El Foyel provincia de Rio Negro, abril de 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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